martes, 7 de febrero de 2012

LOS FEACIOS

Poseidón, siempre vigilante, ve una pequeña barca en sus dominios y se acerca a curiosear. Es ese engreído de Ulises. Ya debería haber muerto. Desata sobre él una furiosa tormenta.

Solo le salva a Ulises una diosa: Ino, que protege a los marinos en peligro. Ino se atreve a regalarle su cinturón con el que nunca podrá hundirse. Ulises nada durante horas hasta llegar a la costa, arroja el cinturón al mar para que la diosa lo recoja y se queda dormido.

Horas más tarde aparece un cortejo de doncellas. Entre ellas se encuentra la princesa Nausiaca, hija de Alcínoo el rey de los feacios. Los feacios se encuentran a medio camino entre la humanidad y los dioses. Son mágicos y se dedican al transporte en unos extraños barcos que se mueven solos.

Atenea ha preparado un poco las cosas. Ha hecho que Nausiaca sueñe que un extranjero la desposará. Así que cuando Ulises despierta y se da a conocer, todas las muchachas huyen menos ella.

Ulises le pide algo de ropa y hospitalidad, pues está desnudo y hambriento. Nausiaca asiente y espera mientras Ulises se lava ene el río. Atenea vuelve a actuar. Hace que el Ulises que surge del río sea mucho más fuerte, más guapo, más alto, más apuesto. Así que aquí tenemos a Ulises hecho todo un conquistador.

Las doncellas se quedan con la boca abierta y Nausiaca ya se ve casada. La princesa le aconseja sobre como llegar al palacio de su padres. Luego se marcha. No es correcto que se vea a la hija de los reyes con un extranjero.

Ulises le obedece, pero por si acaso Atenea le rodea por una nube que le hace invisible. Solo le prohíbe mirar a los ojos de quien se encuentre. las criaturas invisibles no pueden mirar a las ojos de quien no lo es.

Una vez en el palacio, Atenea le hace otra vez visible y Ulises se arroja a las rodillas de la reina, suplicando hospitalidad. La reina, Arete, se compadece y le acoge.

Durante la cena, un poeta canta las alabanzas de los héroes de Troya. Así es como Ulises conoce las desventuras de muchos de sus compañeros. Oculta su rostro y llora quedamente. La reina le descubre y le pregunta por qué llora, aunque ya lo sospecha.

"Soy Ulises" dice y les cuenta sus aventuras. Luego les pide que le lleven a casa.

Los feacios acceden, aunque antes de partir Alcínoo le pide que se quede y se case con su hija. Ulises no se lo piensa. Quiere regresar a Ítaca. Hasta allí le llevan los feacios.

Poseidón no siente más que ira, así que convierte la barco en piedra y tapone el estrecho que comunica a los feacios con el mundo mortal.

Laura Fortea

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