Señalando hacia el cielo así decía:

Solo mirando con el Ojo de Espíritu, se puede ver cara a cara al Espíritu, y solo sintiendo con el corazón del espíritu se puede llenar uno del Espíritu, y solo cuando habla en uno la Voz del Espíritu se puede hablar al Espíritu de cada uno.
¿Cómo podrían hablar la raíz de la rama? Y ¿Cómo podría hablar la tierra del aire o el fuego del agua? Y sin embargo, se complementan y al unirse dan la vida.
Miren como las raíces en su silencio, alimentan a los tallos y a las hojas que nacen en la luz. Miren como el agua en silencio las alimenta, y también el fuego, y la tierra. Y ¿acaso piden algo? ¿acaso al darse no están recibiendo y al desprenderse, no se están ya llenando?
Pregúntense e investiguen que es aquello que los eleva y que es aquello a lo que ustedes elevan. Y cuando lo hayan descubierto cumplan con su labor, porque al igual que una fruta culmina en la boca del hombre llegando a formar parte de èl del mismo modo culmina el hombre en Dios integrándose en El.
Quetzacoatl
Elisenda Gimbernat
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