Como a menudo sucede en otros casos mitológicos de raíces varias, los orígenes de Atis son complicados, parece sin duda una divinidad frigia, vinculada con Cibeles y concominante en significados con el mito de Adonis. Según la versión más extendida, no la única, Atis sería hijo de Agdistis, un ser hermafrodita y salvaje que llégó a creerse más poderoso que los dioses mismos; ese imposible exceso (hybris) fue castigado por los inmortales. Dionisio lo emborrachó y lo ató de modo tal - ya borracho - que al despertar del sopor, Agdistis se emasculó. Se dice que de su semen habría brotado un almendro o con más posibilidad un granado, árbol en la mitología clásica de connotaciones oscuras. Agdistis habría preñado antes, también, a la hija del dios fluvial. Sangario, cuyo fruto sería precisamente Atis. Un muchacho muy hermoso que fue criado por un carnero y por un pastor en las montañas de Frigia. Atis fue locamente amado por Cibeles, que le regalaba lo que cazaba en los montes. Pero un día, Atis traicionó el amor de la magna mater acostándose con una ninfa o con la hija del rei de Pesinunte (según otras versiones), infidelidad que tanto dolió a la diosa que esta hizo enloquecer a Atis, quien - desesperado - se perdió por las montañas frigias y en su insania llegó a castrarse. De resultas de ello se desangró bajo un pino y murió. Entonces se acercó la vengativa diosa enternecida e hizo que de su sangre sexual brotaran las violetas. Al mismo tiempo pidió a Zeus que si no podía retornarle a la vida (cosa que el gran dios no hizo), al menos preservara su cuerpo de la destrucción, por lo que el cadáver del hermoso Atis quedo incorrupto. En honor a su amado infiel, la diosa estableció una fiesta funeraria en la que los sacerdotes (hablamos de un culto orgiástico) subían al monte y si creían hallar restos del divino Atis se herían, en medio del trance, y aun llegaban a castrarse.
El culto a Atis llegó a Roma a la vez que el de Cibeles (hacia el año 204 a.C) y lo específico del culto al hermoso muchacho emaculado era arrancar un pino y rodearlo de violetas ese objeto era transportado como sacro emblema al santuario del dios por los llamados dendrophori. Llegados al templo se lloraba por la muerte del dios, y en algunas ocasiones en el llamado dies sanguinis "día de la sangre", que solía ser un 24 de marzo, podían celebrarse castraciones rituales en honor de Atis y de Cibeles. en cualquier caso se llegaban a excesos varios pues se trataba siempre de un culto orgiástico. En la Antigüedad este mito (parecido, como hemos dicho al de Adonis) se vio habitualmente como un modo sacral del ciclo de la naturaleza, en la que siempre la muerte es seguida por el renacer.
En el mundo helenístico y romano fueron abundantes las representaciones de Atis, que es un joven que lleva una siringa, una antorcha y un tambor. Suele ir tocado con el gorro frigio y una vestimenta bárbara, que deja al descubierto el torso y el bajo vientre. Como en el "Atis" de Donatello (1440), en bronce, que se conserva en el Museo del Bargello en Florencia. Que sin embargo lleva alas, por lo que algunos lo apodaron "Amorino".
Su historia aparece en los Fastos de Ovidio, en Heródoto, en Pausanias y en Plutarco (Vida de Sertorio). Schubert musicó, en 1817, una canción de Mayrhofer titutalada "Atys". Y el poeta renacentista francés Ronsard trató el mito en un poema titulado "Le pin" de 1569. En sus Poésies pour Helène hay un soneto donde se alude también a Cibeles y al pino ("Je plante en ta faveur cet arbre de Cybèle") donde consagra un pino a su amada Helena, acaso como un recuerdo de la necesaria fidelidad. Para una visión amplia y erudita del tema puede consultarse el libro de M. Vermaseren The Legends of Attis in Greek and Roman Art (Leiden, 1966).
Los dioses orgiásticos, hermosos y muertos jovenes tienen una directa relación con el culto moderno y un tanto malditista al morir joven, inaugurado por las teorías surrealistas y por la práctica accidental.
Laura Fortea
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