En la Antigüedad hubo muchas fuentes sagradas, bien por estar relacionadas con ciertas deidade, como Apolo o Ármetis (su hermana divina) o bien por estar habitadas por divinidades acuáticas, como las ninfas. Pero quizá la que al lector o ciudadano actual le suene más, hay bastantes olvidadas, es la fuente Castalia, que estaba en el monte Parnaso, cerca de Delfos. Era célebre el frescor de su agua al brotar por la garganta de Fredíades y estaba consagrada a Apolo. Por ello se la tenía a la vez por purificadora y profética. Los servidores del templo de Apolo y muchos devotos se lavaban los cabellos en ella antes de entrar al santuario. A partir del helenismo y ya en época romana, más que con el mismo Apolo, se la consideró como la fuente de las Musas. Por ese motivo mencionar la fuente Castalia o decir que se iba a beber en ella equivalía entonces a buscar inspiración.
Píndaro en las Píticas, Eurípides en las Fenicias, Nono de Panópolis en sus Dionisíacas o Virgilio en sus Geórgicas y Horacio en sus Odas, entre tantos autores hablan de ella. en la oda dedicada a Calíope ("Ad Calliopen") dice Horaciio que Apolo, "en Pátara y en Delos venerado"(...) "y a quien sus trenzas blondas/ lavar agrada en las castalias ondas".
Es otra muestra más, las fuentes vivas, del sentido de una naturaleza sensible que subyace en toda la mitología.
Laura Fortea
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