Hacia el año 2900 a.C., la Mesopotamia meridional estaba dividida en dos regiones: Akkad, al N, desde Abu Salabikh hasta el límite norte de las llanuras aluviales, y Sumer, al S, desde Eridu hasta Nippur. Las primeras tablillas en barro traducidas por los arqueólogos descubrieron que los escribas llamaban Sumer a la tierra situada entre los ríos Tigris y Eúfrates. Con el paso del tiempo, esa misma región sería llamada Babilonia y, hoy en día, Irak. Sumer no era un país propiamente dicho, sino un territorio formado por varias ciudades-estado, cada una de ellas con su propio soberano. Éste era también el representante de la deidad y quien controlaba los recursos del templo, la institución más rica y el principal terrateniente de la ciudad. Uno de los templos sumerios más monumentales fue construido en Khafadye en los últimos tiempos del Dinástico Arcaico Sumerio -entre los años 2700-2400 antes de Cristo-. Templo oval consagrado a un dios desconocido, presenta la novedad de estar rodeado por una doble muralla que cerraba un recinto de 103 metros de longitud por 74 de anchura. El templo está edificado sobre una alta plataforma de tres niveles y aislado del resto urbano por potentes defensas de perímetro ovalado. En su interior, además de las instalaciones propias del culto, existían almacenes, cocinas, talleres y otras dependencias administrativas.
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