Mi
hermana, dime: ¿Qué sientes como rosa al tocarte la mano del viento
y acariciar tus pétalos?
Y
la rosa le respondió:
Siento
el fruto de todos mis esfuerzos, desde cuando era tan sólo una
esperanza y aún dormía dentro de mí la inquietud por ser hermosa.
Y
la rosa miró al cempasúchil y le dijo: ¿y tú?, ¿Qué sientes tú?
Y
él le susurró sonriente:
Yo
no siento nada. Tan solo doy mi aliento para diluirme entre los
cabellos del viento y llegar a perfumar todos los rincones de su
cabeza.
Y
una tarde vino la mano del viento y sacudió con tal ímpetu al
jardín que deshojó a la rosa y al cempasúchil.
Y
el espíritu de la rosa sufrió mucho al ver que ya no tenia forma de
rosa, sin embargo el espíritu del cempasúchil se sintió dichoso
pues ya no estaba atado a la forma del cempasúchil, pudiendo ahora
llenar todo el ambiente.
Así hablaba Quetzacoatl
Elisenda Gimbernat
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