Ayer entré en la ciudad de los
durmientes, que está emplazada en el Valle de la Vida, rodeada
por las Murallas de la Ilusión.
Cuando
entré por sus puertas, muchos me rodearon y decían:
Háblanos de
tu mundo. Aquél que se extiende más allá de nuestras noches,
donde hay una Luz que lo ilumina todo desde adentro.
Nos han dicho
que allí no existe la oscuridad, ni tan siquiera en las cuevas
mas profundas, y que puedes mirar hacia adentro como aquí miramos
hacia afuera.
Y muchos eran los que seguían saltando a mi lado. Después me dirigí a una plaza y allí me senté rodeado de todos. Y así les decía:
Y muchos eran los que seguían saltando a mi lado. Después me dirigí a una plaza y allí me senté rodeado de todos. Y así les decía:
Hermanos de esta parte, donde existe la noche.
Ustedes aún necesitan de la noche para comprender al día, y de la
oscuridad para sentir la Luz. Mas llegarán tiempos en que sepan su
valor y, entonces, vivirán eternamente rodeados de Ella.
Aún
necesitan del odio para comprender el Amor y de las luchas para saber
el valor de la Paz. Y de los tropiezos para que, día a día,
se levanten. Sepan que vengo a visitarlos y muchas cosas les
traigo de aquella parte. Muchos de ustedes, nada más de oírme, me
harán un espacio en sus corazones y encenderán una llama en sus
almas, y otros despertarán vientos que la apaguen. Estos últimos al
quererme desterrar, se estarán desterrando y al quererme herir,
se estarán hiriendo. Porque no soy sino la voz de su propia Luz y
no pretendo sino llamarla a iluminar.
Elisenda Gimbernat
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