jueves, 29 de septiembre de 2011

AQUILES

Estamos ante uno de los héroes más famososo de la mitología griega (y de la gran saga que explotan y difunden las magnificas epopeyas de Homero, singularmente: La Iliada), Aquiles, "el de los pies ligeros". Aquiles era hijo de un mortal, Peleo, y de una divinidad marina, Tetis. Como la madre sabía que la condición de su hijo era mortal, intentó logarr (desde su más corta edad) la inmortalidad para Aquiles. Para ello se dice que bañaba a su hijo en fuego y le untaba con ambrosía. Pero Peleo la sorprendió en esos ritos que no entendía y la reprendió. Finalmente Tetis, por su cuenta, decidió bañar a su hiijo en las aguas de la laguna Estigia, sabiendo que así el niño obtendría la tan ansiada inmortalidad. En su afán amoroso, la madre no se percató de que todo el cuerpo de la criatura resultaba invulnerable a la muerte menos el talón por el que ella le sujetaba para bañarle en als aguas aquerónticas. De ahí la proverbial expresión "el talón de Aquiles", ya que este sólo tenía un punto vulnerable, el talón por el que le sujetó su madre...

Desde casi el comienzo de la leyenda se cuenta que la infancia del que sería un fabuloso guerrero estuvo regida o tutelada por un ser sabio y prudente, el centauro Quirón, quien le daba como alimento tuétano e hígado de leones y jabalíes, para volverlo tan fuerte y arrojado como ellos. Se dice también que desde su adolescenciaen Ftía mantuvo una amistad amorosa con el joven Patroclo (más o menos de su edad o poco más joven) que duraría toda su vida y que los griegos utilizaron, a menudo, como ejemplo notable de esa clase de relaciones entre varones, ambs bellos y guerreros ambos.

Tetis sabía que Aquiles moriría en Troya. Parece que, en algún momento, la madre le da a elegir entre dos posibilidades una vida larga, casi inmortal, pero anónima, tranquila, que le llevaría a una noble vejez. O por el contrario una vida breve, pero brillante y gloriosa, pereciendo en la plenitud juvenil. Aquiles y esto dice mucho de buena parte de los ideales helénicos, habría escogido la segunda opción. Aquiles no estuvo desde el principio en la muy larga guerra de Troya (ya sabemos que Homero sólo describe su final) pero como un oráculo les había advertido a los griegos que sin Aquiles jamás ganarían la liza, estos le mandan una embajada presidida por el astuto Odiseo (Ulises) y este consigue que Aquiles vaya a Troya acompañado y comandando a sus famosos mirmidones, en cincuenta barcos.

La llegada de Aquiles a Troya está llena de confusiones y muertes. Aquiles (por pendencias o errores) mata a Cicno, hijo de Posidón, el dios del mar, y también a Troilo uno de los hijos de Príamo y Hécuba, los reyes de Troya. Los griegos, en ese momento, llevaban nueve años aseidando la bien amurallada Troya,  entre combates singulares y crueles en los que una parte de los dioses olímpicos defendían a los troyanos, y otra parte a los griegos. La Iliada homérica comienza justamente entonces, en el décimo año de la guerra. Una disputa entre Agamenón y Aquiles por la devolución a los griegos de la esclava Briseida, amante de Aquiles, hace que este se retire de la lucha, lo que originará una gran sucesión de derrotas para el ejercito griego. En uno de estos ataques, Héctor, hijo de Príamo y el más valerosos de los troyanos, entra en el campo griego y mata a Patroclo, el gran amigo-amado de Aquiles, a pesera de que Patroclo luchaba llevando puesta la propia armadura de Aquiles, forjada por el dios Hefesto. Lleno de ira y furor, Aquiles vuelve a combatir para vengar a Patroclo. Un acto de amor y de coraje. Aquiles mata a Héctor, tras haber estado a punto de matar antes a Eneas, que es protegido por Posidón, y luego arrastra el ensangrentado cadáver ante las murallas de Troya: Patroclo (para el que se organizarán juegos y ritos fúnebres) está vengado.

Los dioses piden a Tetis que no permita que su hijo deje que se descomponga el cadáver de Héctor. Aquiles obedece a su madre y en una de las más hermosas escena que canta la Ilíada, devuelve el cadáver de Héctor a su anciano padre Príamo que acude, apelando a la bondad y al bien, para solicitarlo en medio del dolor. Aquiles no deja de rendir homenaje al valor de Príamo. Ahí acaba el espléndido poema homérico. Pero  ¿qué es de Aquiles? Leyendas posteriores, además de la Odisea y los Cantos ciprios, nos lo narran. Como estaba pronosticado, luchando a las puertas de Troya. Aquiles es alcanzado por una flecha de Apolo o de Paris, que le atraviesa su vulnerable y mortal talón. Según otra versión, Aquiles ama a la troyana Políxena, hija asimismo de Príamo, y acude desarmado al templo de Apolo para encontrarse con ella. Entonces Paris le dispararía la consabida flecha.... Durante los funerales de Aquiles los griegos celebraron luchas y las nereidas (amigas de Tetis) lo lloraron.  Su famosa armadura la heredó el sagaz Odiseo, que a la postre es quien pondría fin a la guerra de Troya.

Según algunos, Aquiles viviría después de muerto en la Isla de los Bienaventurados o en otra isla del mar Negro, llamada Leuke ("la luminosa"). Durante toda la Antigüedad grecorromana, Aquiles será el prototipo del gran héroe guerrero y joven. Aparece en innumerables obras, pero podemos recordar que el poeta latino Estacio (45-96 d.C) escribió otra epopeya sobre él, la inacabada Aquileida. Aquiles fue el modelo preferido de Alejandro Magno, que en sus guerras siempre llevó un ejemplar de la Ilíada y que tuvo en Hefestión a su propio Patroclo... Modelo así de héroe guerrero, nuestra actualidad (que es brutal y sanguinaria pero dice no amar la guerra) encuentra poco sitio para Aquiles, porque el héroe es la guerra honorable y caballeresca, no la guerra de guerrillas ni el terrorismo suicida. Solo estamos cerca de Aquiles en el valor que subrealistas y rockeros, entre otros, han otorgado en nuestros días a la muerte bella en el plenitud juvenil. Esto es, al morir sin envejecer.

La Antigüedad guarda muchas imágenes de Aquiles (entre ellas las que le muestran como pupilo del centauro Quirón) pero acaso entre sus representaciones modernas podríamos quedarnos con el cuadro de Rosso Fiorentino "La educación de Aquiles" (1537) o con el hermoso lienzo neoclásico de Ingres "Los embajadores de Agamenón llegan a la tienda de Aquiles" (1801). Podríamos hablar también de estatuas y de muchos textos modernos, no sólo poemas.

Laura Fortea

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