
Desde casi el comienzo de la leyenda se cuenta que la infancia del que sería un fabuloso guerrero estuvo regida o tutelada por un ser sabio y prudente, el centauro Quirón, quien le daba como alimento tuétano e hígado de leones y jabalíes, para volverlo tan fuerte y arrojado como ellos. Se dice también que desde su adolescenciaen Ftía mantuvo una amistad amorosa con el joven Patroclo (más o menos de su edad o poco más joven) que duraría toda su vida y que los griegos utilizaron, a menudo, como ejemplo notable de esa clase de relaciones entre varones, ambs bellos y guerreros ambos.
Tetis sabía que Aquiles moriría en Troya. Parece que, en algún momento, la madre le da a elegir entre dos posibilidades una vida larga, casi inmortal, pero anónima, tranquila, que le llevaría a una noble vejez. O por el contrario una vida breve, pero brillante y gloriosa, pereciendo en la plenitud juvenil. Aquiles y esto dice mucho de buena parte de los ideales helénicos, habría escogido la segunda opción. Aquiles no estuvo desde el principio en la muy larga guerra de Troya (ya sabemos que Homero sólo describe su final) pero como un oráculo les había advertido a los griegos que sin Aquiles jamás ganarían la liza, estos le mandan una embajada presidida por el astuto Odiseo (Ulises) y este consigue que Aquiles vaya a Troya acompañado y comandando a sus famosos mirmidones, en cincuenta barcos.

Los dioses piden a Tetis que no permita que su hijo deje que se descomponga el cadáver de Héctor. Aquiles obedece a su madre y en una de las más hermosas escena que canta la Ilíada, devuelve el cadáver de Héctor a su anciano padre Príamo que acude, apelando a la bondad y al bien, para solicitarlo en medio del dolor. Aquiles no deja de rendir homenaje al valor de Príamo. Ahí acaba el espléndido poema homérico. Pero ¿qué es de Aquiles? Leyendas posteriores, además de la Odisea y los Cantos ciprios, nos lo narran. Como estaba pronosticado, luchando a las puertas de Troya. Aquiles es alcanzado por una flecha de Apolo o de Paris, que le atraviesa su vulnerable y mortal talón. Según otra versión, Aquiles ama a la troyana Políxena, hija asimismo de Príamo, y acude desarmado al templo de Apolo para encontrarse con ella. Entonces Paris le dispararía la consabida flecha.... Durante los funerales de Aquiles los griegos celebraron luchas y las nereidas (amigas de Tetis) lo lloraron. Su famosa armadura la heredó el sagaz Odiseo, que a la postre es quien pondría fin a la guerra de Troya.
Según algunos, Aquiles viviría después de muerto en la Isla de los Bienaventurados o en otra isla del mar Negro, llamada Leuke ("la luminosa"). Durante toda la Antigüedad grecorromana, Aquiles será el prototipo del gran héroe guerrero y joven. Aparece en innumerables obras, pero podemos recordar que el poeta latino Estacio (45-96 d.C) escribió otra epopeya sobre él, la inacabada Aquileida. Aquiles fue el modelo preferido de Alejandro Magno, que en sus guerras siempre llevó un ejemplar de la Ilíada y que tuvo en Hefestión a su propio Patroclo... Modelo así de héroe guerrero, nuestra actualidad (que es brutal y sanguinaria pero dice no amar la guerra) encuentra poco sitio para Aquiles, porque el héroe es la guerra honorable y caballeresca, no la guerra de guerrillas ni el terrorismo suicida. Solo estamos cerca de Aquiles en el valor que subrealistas y rockeros, entre otros, han otorgado en nuestros días a la muerte bella en el plenitud juvenil. Esto es, al morir sin envejecer.
La Antigüedad guarda muchas imágenes de Aquiles (entre ellas las que le muestran como pupilo del centauro Quirón) pero acaso entre sus representaciones modernas podríamos quedarnos con el cuadro de Rosso Fiorentino "La educación de Aquiles" (1537) o con el hermoso lienzo neoclásico de Ingres "Los embajadores de Agamenón llegan a la tienda de Aquiles" (1801). Podríamos hablar también de estatuas y de muchos textos modernos, no sólo poemas.
Laura Fortea
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