
La cabeza de Aretusa fue un motivo muy frecuente en las monedas acuñadas en Siracusa. Píndaro cuenta el mito en las Nemeas, mosco en sus Idilios y Ovidio en sus Metamorfosis, entre otros. P.B. Shelley dedicó un poema a "Arethusa" en 1820, que más tarde fue musicado.
Doy un argumento del poema ovidiano en la versión rítmica del poeta mexicano, Rubén Bonifaz Nuño (secetaría de Educación pública, México, 1985):
"Cansada regresaba, me acuerdo, de la selva estifánlida;
era magno el calor, y al calor redobabla el trabajo.
Sin remolino encuentro las aguas, sin murmullo corrientes,
perspicuas hasta el fondo, por las que numerable hondamente
era toda guija; ellas, tu apenas que corrían pensaras.
Las canas saucedan daban, y el álamo en la honda nutrido,
nacidas de suyo, sombras a las inclinads riberas.
Me acerqué, y me mojé primero del pie los vestigios;
de allí, hasta la corva; no con eso contenta, descíñome
y pongo los muelles velos sobre un curvo sauce, y desnuda.
Mientras hiero y atraigo a las cuales
resbalando en mil modos, y lanzo extendidos los brazos,
no sé qué murmullo sentí bajo la mitad del abismo,
y aterrada, me apoyo de la fuente en la margen más próxima.
¿Té apresuras a dónde, Aretusa? - de sus ondas Alfeo -:
¿Té apresuras a dónde? - Otra vez con ronca boca dijérame....
Laura Fortea
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