miércoles, 28 de septiembre de 2011

LA TRIADA OSIRÍACA COMO SIMBOLISMO CÓSMICO

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Es la leyenda más importante de toda la mitología egipcia, por lo que ha estado abierta siempre a diferentes interpretaciones. No existe una reconstrucción exacta de todo el mito, salvo el "Tratado de Isis y Osiris".

La significativa historia legendaria de Osiris e Isis que regían a Egipto, le habían dado forma con sus leyes, eran el elemento de su evolución, enseñaron el respeto y la búsqueda de la transcendencia. Alcanzado este punto, Osiris prorrumpe a escrutar en otras dimensiones, otras verdades y discernimientos, cediendo el gobierno como símbolo de la mente en manos de Isis (Diosa de los saberes ocultos y de la magia), su divina esposa y hermana.

Seth su otro hermano, la obscura potencia maligna, ambiciona apoderarse del reino, de la mente de la PERSONA y de Isis de quien se ha enamorado febrilmente.

Cuando Osiris retorna, Seth en conspiración con otros 72 nobles, lo atrae a un ágape en su honor, al que lleva un bello sarcófago de madera, construido a la justa medida del cuerpo perfecto de Osiris, declara que lo regalará a quien le ajuste plácidamente, uno a uno se lo miden, cuando Osiris se acuesta en su interior, los conspiradores cierran la tapa y lo sellan con plomo arrojándolo al Nilo.

Seth que representa la parte pasional y animal de todo ser, arrebata el control de la mente de Isis, restringiéndola a las sensaciones y deseos del cuerpo.

Los conspiradores simbolizan las regeneraciones, que la conciencia apresada en el sarcófago del cuerpo, debe vivir durante un año cósmico, para transmutar lo material en espíritu.

Y 72 ciclos anuales pasan mientras que la tierra recorre un grado de arco de los 30º que ocupa cada constelación en la bóveda celeste. Doce constelaciones ocupan los 360º del firmamento, las doce eras zodiacales. El gran giro del sistema solar llamado un año cósmico, dura 25.920 períodos anuales.

Prosiguiendo con la narración, el sarcófago, con Osiris en su interior, llega a las costas del Líbano, donde atrapado por las ramas de un tamarisco, se convierte en un hermoso árbol que lo contiene en su intimidad, ve el rey de ese lugar, el hermoso árbol y lo corta para convertirlo en una columna de su palacio, sin saber que el sarcófago se encontraba en su interior.

Después de incontables desventuras, Isis libera el sarcófago y lo trae de regreso a Egipto ocultándolo en algún punto del extenso río, lo que es descubierto por Seth, quien desmiembra el cuerpo de Osiris en 14 pedazos, escampándolos por todo el país e incluyendo el vasto Nilo.

Sin embargo Isis recorre Egipto y encuentra una a una, trece de sus partes, todas, menos el falo de Osiris, que según la leyenda fue engullido por los peces del rio, un simbolismo del abandono de la sexualidad y de la animalidad primigenia.

Isis auxiliada por Thot, Nefthis y Anubis, consigue reunir los miembros de Osiris y obtiene una comunión espiritual con su esposo difunto, es embebida por su esencia y quedando encinta de Horus.

Horus encarna la Iluminación, cuando se renuncia a la rueda de reencarnaciones, pues ya se alcanzó la sabiduría necesaria para jamás perder la conciencia obtenida.

Esta historia simboliza la evolución, el proceso del espíritu de la PERSONA, desde la primera vez que se representa en un cuerpo, hasta que después de muchas vidas, a través de las emociones superiores, la inspiración y la intuición, alcanzan la iluminación y la sabiduría eterna.

El postrero tabernáculo del recinto sagrado es el de Horus, el portón que se abre al firmamento. Horus constituye el lapso de la resurrección, de la iluminación y de la inmortalidad, el final de las restricciones materiales, el instante de visionar todas las vidas que se vivieron, protegiendo eternamente la conciencia lograda.

La revelación asevera que el espíritu de la PERSONA, después de innúmeras vidas, alcanza un nivel de sapiencia, en que vislumbra la razón de su existencia y las fuerzas primordiales del Universo.

La comprensión derivada por su espíritu fue el resultado de las vivencias de incontables vidas, lo transportan a este punto de armonía, donde puede redimirse de la rueda de reencarnaciones y de las restricciones de la materia. Ese lapso temporal transcurre cuando respeta a los demás, reconoce que todo lo que acontece es perfecto y perdura en paz y armonía.

Cuando se atesora elevadas cotas de energía vital y resuelve con toda su voluntad consagrarse a encontrar a Dios en una sola vida. Si lograra ese nivel, decide esforzarse para obtener la perfección, abre la puerta al camino de Horus, a la transformación que permite abandonar la rueda de reencarnaciones sucesivas.

Horus simboliza el triunfo de la luz sobre la obscuridad, la autoridad de la animalidad original, el paso irreversible de la inopia a la sabiduría, la puerta dimensional que lleva a las altas cumbres de la jerarquía del Universo.

Horus es representado como un Halcón áureo, que se eleva libre por encima de los acontecimientos materiales. Todas las PERSONA reencarnamos y progresamos impulsadas por la fuerza de Osiris y llevamos en nuestro interior la simiente de Horus, la senda a la inmortalidad y la conciencia inquebrantable. Solo podemos llegar allá, aprendiendo a ser flexibles, a valorar lo que tenemos, a aceptar las circunstancias y personas que nos circunscriben y dar las gracias por la oportunidad de estar vivos para tomar conciencia que fuimos creados por amor y para el amor.



Santiago Peña


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