lunes, 30 de abril de 2012

DAFNE

Es una ninfa, hija del dios fluvial Peneo. Apolo, que se había burlado con anterioridad de Cupido (ambos eran hábiles flechadores) es herido con un dardo de oro por el hijo de Afrodita y concibe un ardiente amor por Dafne ("lauro" o "laurel") al tiempo que a ella la hiere con una flecha de plomo, o que le hace rechazar todo sentimiento amoroso. Apolo corre detrás de Dafne, lleno de amor, pero cuando está a punto de darle alcance y la toca apenas, la esquiva Dafne se transforma en laurel. Apolo se coronará con las hojas de esa planta, y el laurel pasará a ser un símbolo, un tanto singular, si bien se piensa, del dios de Delfos. En Tebas, durante la fiesta ritual de las Dafneforias, un joven singularmente bien parecido y de familia distinguida presidía la procesión de los portadores de laurel para el dios, con el cabello suelto, vestido con manto y calzado especial, representando al mismo Apolo... El viejo mito de apolo y Dafne (a juzgar sobre todo por las representaciones antiguas) gozó de gran predicamento a partir del Helenismo. Entre las fuentes literarias antiguas, con sus pequeñas variantes, destacan sobre todo las Metamorfosis de Ovidio, la Fábulas de Higino y el relato de Pausanias, que sin embargo hace a Dafne hija del dios fluvial Ladón y de Gea. También en las Historias increíbles de Paléfato, Dafne aparece como hija de Ladón y la Tierra. Asimismo, sugiere que el laurel era imprescindible sobre el trípode para los oráculos de Apolo en Delfos.

En el Renacimiento y el Barroco (y acaso por influjo inicial del gran poeta y humanista Petrarca, que llena todo su Canzoniere de referencias a Dafne, acaso por el parecido y lo evanencente de su amada Laura, a la que lleg a imaginar que ve desnuda, como Dafne, "in una fonte ignuda...quando'l sol più forte ardeva"), ven a menudo representaciones de Apolo y Dafne, en el momento en que esta, joven mujer todavía, empieza a transformarse en laurel según el relato ovidiano. Una de las más antiguas representaciones modernas es el cuadro de Antonio Pollaiuolo "Apolo y Dafne" de hacia 1460 y hoy en Londres. También es notable la versión de Poussin (1625), que trató el tema al menos una vez más, pero se ha llevado tradicionalmente la palma el espléndido mármol barroco Bernini "Apolo y Dafne" (1625), hoy en la Galería Borghese de Roma. Entre los pintores más recientes son Dalí y De Chirico los que más claramente se han acercado al mito. Entiéndase que, como siempre, no pretendo exhaustividad ninguna, sino apenas mostrar la trayectoria y perduración de la fábula.

La literatura y en especial la poesía son también muy fértiles y en la misma época, con Apolo y Dafne. Garcilaso lo trataba en una de sus Églogas y en el célebre soneto "A Dafne ya los brazos le crecían...", anterior a 1536. Quevedo, Villamediana y Salvador Jacinto Polo de Medina también se ocuparon del asunto, este último en la burlesca "Fábula de Apolo y Dafne" de 1666. Rúben Darío en Prosas profanas (adiciones de 1901) tiene un poema dedicado a "Dafne", que es también un soneto: "¡Dafne, divina Dafne!" Buscar quiero la leve/caña que corresponda a tus labios esquivos:/haré de ella mi flauta e inventaré motivos/ que extasiarán de amor a los cisnes de nieve" (...) La comedia de Lope de Vega El amor enamorado de 1632 y El laurel de Apolo (1675) de Pedro Calderón de la Barca también tratan el tema con simbolismos varios.

Pero fue Luis Cernuda quien acercando el mito al conjunto de su poesía La Realidad y el Deseo (1924-1962), llega a decir que su historia favorita de la mitología clásica es la de Apolo y Dafne, pues está representa el deseo siempre inalcancable, siempre huyente, o ese mismo deseo que una vez alcanzado nos decepciona porque muda su ser a nuestro sentir. Somos permanentes insatisfechos, y nada lo expresa mejor que el mito de Apolo y Dafne...

Laura Fortea

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