
El mito de Dánae aparece con frecuencia en la pintura mural y en las cáteras antiguas. En la crátera de Camarina (450 a.C,) se ve como dos pescadores de Sérifo abren el cofre o arca y rescatan a Dánae y a Perseo. En bastentes mosaicos romanos, Dánae aparece retratada entre los amores de Zeus/Júpiter. Dentro de la ya cristiana tradición mediaval, la lluvia de oro que fecundó a Dánae podía asociarse metafóricamente con la concepción inmaculada de Maria, sin intervención de varón. Sin embargo, desde el Renacimiento, Dánae simboliza mejor a la mujer que se deja seducir por el oro (por el dinero o la riqueza). Después, y hasta muy recientemente, Dánae poseída por la lluvia de oro es llanamente una poderosa imagen de sensualidad, en un tiempo que comienza, sin necesidad de pretextos, a abrir las puertas al erotismo en sí...
Entre los antiguos el mito aparece (verbigracia) en Homero, en Hesíodo, en las Odas de Horacio, en la Antígona de Sófocles o en las Fábulas de Higino. Además, claro es, de en las Metamorfosis de Ovidio.
Entre las más famosas representaciones del mito de Dánae (modernamente centradas casi con unanimidad en la lluvia de oro y la mujer desnuda) podemos citar, la "Dánae" de Tiziano, de hacia 1546, la "Dánae" de Rembrandt de 1636, la "Dánae" de Gustav Klimt (1907) o la más reciente de Picasso de 1962. Entre los poemas más modernos en que aparece este mito que quedaré con las alusiones de Alberti en "A la pintura" (1945), un inesperado soneto de Ángel González en su primer libro, Áspero mundo (1956), titulado "Dánae". El mito se había vuelto erotismo sólo. Pero eso sí, refinado y un tanto transgresor.
Laura Fortea
No hay comentarios:
Publicar un comentario