miércoles, 9 de mayo de 2012

DEUCALIÓN Y PIRRA

Estamos ante un de las varias leyendas de la Antigüedad clásica que contienen un diluvio como castigo a la humanidad, pero esto es la que más se asemeja al diluvio de la Biblia, y tanto que el filósofo cristiano Filón de Alejandría ya comparó, en el siglo I, a Deucalión con Noé. Es el caso que Zeus quiso castigar a la humanidad por su maldad y decidió enviar un gran diluvio que acabará con la raza del hombre. Deucalión, hijo de Prometeo, fue advertido por su padre para que construyera un gran barco de madera llevando en él lo necesario para vivir nueve días con sus noches . Le acompañaba su esposa Pirra y en el zigzagueante barco se salvaron hasta que este se posó sobre la cima del monte Parmaso. Deucalión ofreció entonces un sacrificio de agradecimiento a Zeus por su salvación y la de su esposa, pidiéndole también que diera origen a una nueva raza de hombres. Entonces Zeus le contestó que arrojaran piedras detrás de ellos mientras caminaban. De las piedras que arrojaban Deucalión brotaban hombres y de las piedras arrojadas por Pirra, mujeres. Según otra versión un oráculo (tras el diluvio) les había dicho que arrojaran por encima del hombro huesos de su madre. Y Deucalión entendió que eran huesos de su Madre Tierra, es decir, piedras.

El motivo apenas cuenta (que sepamos) con representaciones antiguas y sólo un relieve de Ostia, donde figuran escritos los nombres de los protagonistas, muestra a Deucalión y Pirra arrojando piedras a su espalda, bajo la mirada atenta de Minerva. El relieve es de aproximadamente el año 120 d. C. Sin embargo Hesíodo ya alude a este mito, recogido más tarde por Apolodoro en su Biblioteca y por Ovidio en las Metamorfosis. Schiavone, Martínez del Mazo de Rubens (1636) son algunos de los pintores que se han ocupado de este tema. (En el dibujo de Rubens, en el Prado, vemos a un hombre y una mujer mayores, cubiertos con mantos, que arrojan piedras tras de sí, según marchan, de las que surjen hombres y mujeres más jóvenes y desnudos). Quizás el tema es menos frecuente de lo que cabría esperar, precisamente por su semejanza bíblica. Es posible que a la hora de pintar el diluvio y el arca de Noé, el pintor acudiera a la tradición veterotestamentaria y no al comúnmente llamado "Diluvio de Deucalión", para diferenciarlo de otros. En este caso primaba, pues, la tradición cristiana.

Laura Fortea

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