Entre los milenios V y IV a.C. tiene lugar en Mesopotamia una etapa denominada Obeid, caracterizada porque por primera vez nos encontramos con una especie de producción en serie de cerámica. Ésta ha sido hallada por toda Mesopotamia, Asia Menor, Irán y Siria, lo que indica un comercio floreciente. Las obesas figurillas de terracota anteriores son ahora desplazadas por esbeltas figuras femeninas, que parecen sostenerse sobre la punta de los pies. Pero además de por la cerámica, el periodo Obeid es característico por sus singulares viviendas. Uno de los lugares mejor estudiados es el de Tell Madhhur, en Irak, un asentamiento que debió medir unos 90 m de diámetro. Las excavaciones arqueológicas sacaron a la luz una vivienda, la casa de Usaid. El edificio sufrió un incendio y los cuartos fueron rellenados con escombros, lo que permitió que las paredes se sostuvieran en pie, hasta 2 m de altura, quedando intactas algunas puertas y ventanas. La vivienda fue construida con paredes hechas de ladrillos de adobe. Constaba de una larga habitación central, flanqueada por una serie de cuartos de menor tamaño. Parece que no tenía planta alta, aunque una rampa conducía al tejado. La vivienda contaba con zonas de almacén y cocina, así como cuartos de habitación. Pero lo más interesante de todo fue que en el lugar se hallaron restos de la vida cotidiana, como vasijas para comer, beber, cocinar o almacenar alimentos, azadas de piedra, piedras de moler, etc. Tell Madhhur proporcionó a los arqueólogos valiosa información sobre la vida de estas gentes protohistóricas.
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