Muchos críticos (entre ellos Steiner) han señalado la escena de la tragedia de Sófocles en que Antígona y Creonte discuten sobre si debe prevalecer la ley o la piedad como uno de los grandes momentos dialécticos del teatro universal. Cuando Antígona, poco después, intenta enterrar al cadáver de Polinices es detenida y Creonte ordena (precisamente en contra de la piedad) que Antígona sea enterrada viva en una tumba excavada en la roca. Hemón (hijo de Creonte y enamorado de Antígona) entra en el sepulcro de esta, contraviniendo las órdenes de su padre, para intentar salvarla. Pero llega tarde: Antígona se ha ahoracado y entonces, decidido a seguirla, Hemón se suicida junto al cadáver de su amada. Creonte encuentra al final a los muertos y se arrepiente de su falta de piedad, pero es ya inútil. Para completar la tragedia y el sentimiento de culpa de Creonte, Eurídice, su mujer (ninguna relación con la de orfeo), se suicida también.
Eurípides escribió otra Antígona, posterior a la de Sófocles, de la que sólo nos han llegado fragmentos. En ella (al parecer menos trágica). Antígona quiere enterrar a Polinices por deseo de Dioniso. No muere (aunque la detienen también al intentar el enterramiento) por esa mediación divina. Llega a casarse con Hemón y tiene un hijo, que conciliaría a la pobre tanta sucesión de desdichas. En las Fenicias, Eurípides trata de nuevo el tema, pero esta vez abordando la lucha entre los dos hermanos, con la prohibición de no sepultar a Polinices, lo que ahora Antígona respeta. Accio y Séneca entre los latinos, escribieron también una Antígona y otras Fenicisas respectivamente. También Apolodoro en su conocida Biblioteca narra la leyenda.
Fuera del teatro trágico la figura de Antígona (representada en algunos vasos) no parece haber tenido demasiada trascendencia. Es el mundo moderno el que se la da, no sólo al adaptar el teatro, esencialmente Sófocles, sino al reflexionar asimismo sobre el drama que divide al personaje. hegel utilizó a Antígona como motivo de unas consideraciones entre dos derechos válidos en sí: el derecho a la ciudad y el derecho de la familia, que en la historia trágica son incompatibles. Aunque existe escutura y pintura con el tema de antígona (sobre todo en el Romanticismo), son las múltiples versiones y adaptaciones de la obra de Sófocles en especial lo que ha convertido a Antígona en un mito universal.
A veces suele decirse que Creonte no era un déspota, sino un fiel servidor del Estado que se excede o exagera sus funciones pero Antígona es siempre la razón de la piedad, la razón del corazón humano.
Laura Fortea
Laura Fortea
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