miércoles, 28 de septiembre de 2011

AQUELOO

Los antiguos consideraban que los ríos estaban habitados por divinidades acuáticas y especialmente por el dios del río, a menudo representado (al menos desde la época helenística) como un hombre sedente, medio tumbado y de larga barba. Que el río fuera una divinidad era una manera, asimismo, de considerarlo un ser vivo. Se dice en la Vida de Pitágoras de Jámblico ue cuando el matemático y filósofo cruzaba un río del Asia Menor oyó como el río le decía: "¡Salve, Pitágoras!".

Aqueloo era el más poderoso de los dioses fluviales de Grecia, atestiguado ya por Homero y por Hesiodo. De hecho el Aqueloo es el río más importante de la Hélade, que desemboca en el mar Jónico. Algunas leyendas lo hacen el padre de las sirenas, que procederían de la unión del dios fluvial con la musa Melpómene. Pero la más célebre de las historias que le tienen como protagonista es la que alude al combate que sostuvo con Heracles por la posesión de Deyanira, hija de Eneo, dios de los ríos. Aqueloo en su lucha con Heracles se metamorfoseaba continuamente, tomando el aspecto de un toro, de una serpiente o de un mostruo marino. Heracles le retuvo, finalmente, y le venció arrancándole uno de sus cuernos, por lo que habitualmente se le representa entonces como un toro, aunque en un estamno ático que reproduce ese momento, Heracles arranca el cuerno frontal a un monstruo marino con cola de serpiente, lo que parece unir las tres versiones. Algunos añaden que (tras su triunfo) Heracles vencedor devolvió su cuerno a Aqueloo y que este, en compensación, le entregó al héroe el famoso cuerno de Amaltea o "cuerno de la abundancia".

Aparece Aqueloo en muchos bronces etruscos con rostro humano, larga barba, cuernos y orejas zoomórficas. También aparece en colgantes de collares y otros adornos. Asimismo en bajorrelieves griegos de mármol y en cerámicas griegas de figuras negras y figuras rojas. Hay también un cuadro célebre de Guido Reni titulado "Hércules luchando con Aqueloo" (1621). También otro "Heracles vencedor de Aqueloo" de J.Jordaens (1649).

Entre la fuentes antiguas que narran historias relativas al gran dios fluvial (singularmente su combate con Heracles) podemos citar las Metamorfosis de Ovidio, la Biblioteca de Apolodoro, las Fábulas de Higino, fuentes habituales, y las Églogas de Servio, entre varios o más. En las Metamorfosis ovidianas el episodio de Hércules y Aqueloo etá narrado en el libro IX, versos 1 a 97, cuando Aqueloo "su cabeza amputada de un cuerno, escondió en medio de las ondas".

Pensar a los ríos como seres vivos es indudablemente tanto un pensamiento arcaico como sumamente actual.

Laura Fortea

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