
Dice un mitólogo que "los centauromaquias reflejan la vulneración del orden social por parte de fuerzas externas a la civilización". Los centauros (junto con los sátiros y con las bacantes) terminaron formando parte también del séquito de Dionisos. Claro que algún centauro, como el ya mencionado Quirón, hijo de Crono y de la ninfa Filira, era excepción. Asesoró a Peleo para ganarse a Tetits, y por eso educó a su bisnieto Aquiles. Así como a otros héroes célebres, tales como Jasón, Teseo, Acteón o los Dioscuros. Se decía que era también un gran sanador. Solía llamarse a Quirón "el más justo de los centauros". Quirón, que renunció a su inmortalidad a favor de Prometeo, subió al cielo en la figura de la constelación de Sagitario, que también se conoce como Arquero (Sagittarius) o como Centauro.
Las Píticas de Píndaro, la Vida de Teseo de Plutarco, la Metamorfosis de Ovidio o las Imágenes de filóstrato hablan (entre otras fuentes antiguas) de los centauros. Aparecen representados en el famoso templo de Zeus en Olimpia, en las metopas del lado sur del Partenón, en Atenas, y en numerosos relieves de sarcófagos de época romana, donde no es infrecuente representar la lucha entre lapitas y centauros. En Pompeya están pintados los "Centauros en la corte de Pirítoo", pero también otro bello y conocido fresco muestra a Quirón enseñando a tocar la lira a un Aquiles jovencito. Las representaciones de los centauros (en el arte occidental) han pasado del gusto por representar centauromaquias, en el Barroco (por ejemplo Rubens), hasta pintar la imagen más romática y desatada, bárbara, de los centauros en el Romanticismo y después. Es inevitable mencionar el famoso "Combate de los centauros" de Arnold Böcklin (1873), por la representación verdaderamente salvaje que da de ellos. Pero tampoco sería justo olvidar a Delacroix o a Daumier, en parecida línea. O recordar (como parece lógico) que los centauros no son ajenos al arte surrealista (Dalí o Remedios Varo) pero que sobre todo fueron muy queridos de Picasso, cuya obra abunda en centauros, como "Los distintos oficios del centauro: picador, caballo de carreta y maestro de escuela" (1947) . También Eugenio Granell y Guillermo Pérez Villalta han pintado centauros, este último (pero no es su única obra al respecto) un "Centauro y lapitas" de 1983. En nuestra poesía aparecen en Salvador Rueda y e el célebre "Coloquio de los centauros" de Rubén Dario.
Quirón tiene su tradición propia. Está en los Catasterismos de Eratóstenes, en Homero, en Hesíodo, en las Traquinias de Sófocles y en la Aquileida de Estacio. Sale en Maquiavelo (que entiende que el príncipe debe gobernar según la ley y según la fuerza) y en Goethe, en cuyo Fausto da consejo a Helena. Está pintado por Carracci, por Rubens también o por el neoclásico. Pietro Batoni, "Quirón enseña a Aquiles a tocar la lira" (1854). Hölderlin, Maurice de Guérin y Rilke lo han cantado en sus poemas. Una novela de John Updike El centauro (1963) alude a Quirón también. En el dariano "Coloquio de los Centauros" de Prosas profanas (1896) dice Quirón, hacia el final: "La pena de los dioses es no alcanzar la Muerte" Pero es seguro que lo que Picasso amó de los centauros era su bravura, la oscura y sexual fuerza indómita de la Naturaleza encarnada en ellos. Ahí la figura de los centauros resulta mucho más cercana, por ejemplo, que la de los cíclopes ahora mismo.
Laura Fortea
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